Un castigo divino: El volcán de Jorullo
DOI:
https://doi.org/10.35830/treh.vi35.1286Palabras clave:
volcán, Jorullo, obispado de Michoacán, religiosidad, deprecacionesResumen
En septiembre de 1759 nació el volcán de Jorullo, en la jurisdicción de la hacienda azucarera del mismo nombre. Esta finca, considerada como una de las más prósperas y extensas de la provincia de Michoacán, era propiedad desde 1739 de Andrés Pimentel, regidor de la ciudad de Pátzcuaro y encargado del abasto de carnes de Valladolid. El artículo refiere cómo este fenómeno natural fue visto por los habitantes de la zona como un castigo divino; los misioneros franciscanos, por ejemplo, habían sido testigos en 1757 de la situación pecaminosa que privaba en Jorullo "en referencia a la fabricación de bebidas prohibidas que ... el obispo había condenado ese mismo año". No es éste un estudio económico o demográfico, en todo caso centra su atención en los cambios sociales y culturales experimentados en la región a raíz de la erupción, al igual que destaca ciertas prácticas religiosas propias de ese tiempo.