De las aulas al cabildo eclesiástico. Familiares, amigos y patrones en el arzobispado de México, 1680-1730
DOI:
https://doi.org/10.35830/treh.vi47.1107Palabras clave:
Arzobispado de México, alto clero, nombramientos, patronazgos, clientelasResumen
Contra la opinión de que era al más alto nivel de la corona española que
se determinaba la conformación del alto clero, el artículo analiza el hecho
de que éste no era un asunto que estuviera en manos del monarca, sino que,
por el contrario, era el resultado de un complejo proceso de selección en el
que participaban el Consejo de Indias, las autoridades virreinales, los
arzobispos o cabildos catedralicios. De esta manera, cuando se trataba de
ternas, como en los concursos de las canongías de oficio, ya iba señalado
un primer lugar por el sinodo que los calificaba, y que normalmente el
monarca escogía. Pero el proceso contemplaba un aspecto fundamental:
con una buena procuración, bien pagada e influyente, se podía tener serias
posibilidades de lograr el nombramiento, lo cual permitía tener gran
influencia a las familias ricas o clérigos muy cercanos a corporaciones con
recursos.